Todo cambia y no podemos evitarlo.
Sin embargo la clave está en dirigir esos cambios en la dirección que nos convenga y utilizar la propia fuerza de ese cambio en tu favor cambiando su trayectoria.
Quizás hacía falta un letargo, quizás había demasiadas cosas por ordenar, quizás a las musas les molesten el desorden, quizás el dolor ensordecía la mente, quizás acallara el alma...Quizás.
Pero, una vez te sumerges, vuelves al punto de partida...Vuelven a haber mil aves negras aleteando en el interior y apenas dejan ver la luz del sol. Vuelta a todo.
Mismos refugios, mismas armas...Y todavía sin plan.
Pero algo es seguro, al menos el sol sigue brillando ahí arriba.