miércoles, 2 de junio de 2010

RO 3.La Corporación


Atravesamos las lujosas puertas de Lighthalzen, sí señor, esto es ya otra cosa...

Aceras blancas con calles grises, jardines y árboles por doquier, paz, tranquilidad y lujo muchísimo lujo... Lighthalzen no tiene nada que envidiarle a Prontera, la ciudad más próspera de Rune-Midgard.

-Por fin...el gran hotel de Lighthalzen...-Comenté mientras contemplaba las puertas.
-Comida...-Suspiró el Hunter.
-Una cama blandita...-Suspiró el Paladín.
-Y una ducha...-Suspiró Minasawa.
-¿Y tú qué opi-...?¿¡Dónde está este!?-Exclamó el Hunter ante la ausencia del Rogue.
-Espero que cerca...en esta ciudad son muy clasistas-Mururé preocupada...
-No os preocupeis, sabe cuidarse solo-Dijo el Paladín en tono tranquilizador.- Vamos al hotel, él sabe que estaremos ahí.

Aunque se encontrara en la otra punta de la ciudad nos tranquilizaba que la noche no nos hubiera pillado por el camino, una vez una preciosa y sabia dancer me advirtió de que donde más brille la luz más oscuras son las sombras, si alguna vez visitáis una ciudad que lleve a gala el haber "erradicado el crimen" temed a los criminales que hayan sobrevivido, pues solo hay una cosa que debéis temer más que un lugar pacífico; y esa es una persona cuya sonrisa no se apague nunca...no os imaginais la oscuridad que en ellas se encierra.

Llegamos al hotel y pedimos nuestras habitaciones, Minasawa compartía con el Hunter, el Paladín dormía solo, al igual que yo...bueno, sola es relativo...

-¿Ya estamos en Lighthalzen, humana?-Preguntó Arquímedes irritantemente...
-Sí, homunculo,ya estamos y yo quiero dormir...
-Soy un ser nocturno, y me aburro ¡No te duermas!- dijo mientras me picoteaba detrás de la oreja.
-Échate en agua...-Murmuré manoteando con desgana alrededor de mi cabeza.

Silencio... por fin, ahora solo me taparé un poco más con las suaves sabanas y dejaré mi cuerpo y mi mente ser presas de un profundo sueño... un profundo y reconfortante sueño...

Corro por un interminable pasillo,todo está tan oscuro, apenas logro ver nada, sujeto con fuerza la falda de mi vestido para que no me haga tropezar...si no llevara estos estúpidos tacones podría correr más fácilmente...

-¿A dónde os dirigís, señorita?-preguntó una voz al final del eterno pasillo.
-Lejos, muy lejos... -Dije sin aliento.
-¿Lejos de qué, señorita? Especifique mejor
-Lejos de...lejos de...- me faltaba el aire para respirar, el corazón se me aceleraba desorbitadamente-...a...yu...ayu...ayuda...- dije mirando desesperada a la persona que me hablaba, sentía mi corazón a punto de explotar del sobreesfuerzo.

La figura se acercó a mí con paso tranquilo.

-¿Lejos de qué, señorita?-Preguntó muy calmadamente
-...De...De...-Rompí a llorar de impotencia quería decirlo pero no tenía aire bastante para poder decirlo.-...De...


-¿Entonces no ha vuelto en toda la noche?
-Parece como si se lo hubiera tragado la tierra...
-¿Tú qué opinas Laara? ... ¿Laara?
-¿Eh?- Contesté adormecida.
-¿Te encuentras bien?- Me preguntó el paladín.
-Sí, sí, perfectamente- Me apresuré a contestar. Todos me miraban extrañados.
-Eso es que no lo estás...-Contestó el Paladín.
-Ha vuelto a tener pesadillas- Contestó Arquímedes posándose en mi cabeza.
-¿Sueles tener pesadillas?-Me preguntó Minasawa.
-Sí, suele tenerlas- Contestó el Paladín por mí.

Y allí estábamos plantados ante las doradas puertas de la Corporación, un largo camino rodeado de estanques y jardines separaba la puerta principal de la que nos encontrabamos.

-Todo tuyo, Laara- Dijo el Paladín dándome un golpe en el hombro.

Comencé a avanzar con naturalidad. En los jardines se podían observar varios panteones de piedra blanca muy ornamentados, y multitud de árboles traídos de todas partes del mundo... Mientras algo sea grande y raro en Lighthalzen gustará... Llegué a la escalera con barandillas plateadas y subí, abrí los enormesportones de madera de primera calidad con detalles dorados y pasé a lo que podría ser perfetamente la audiencia de un rey, pero se trataba de la recepción de la Corporación, continué por el edificio hasta llegar a la biblioteca, pasé sin problemas, sé aparentar cierta etiqueta cuando se da el caso...

Al fondo de la biblioteca se encuentra una plataforma custodiada por un guardia, un ancino un poco cegato. No pienso especificar como entré, no es algo de lo que pueda sentirme orgullosa, solo os diré que un bigote postizo y unas gafas de culovaso podrán abriros muchas puertas en la vida.

Damas y caballeros, esta es la verdadera cara de la Corporación.

Bajo el subsuelo de Lighthalzen se encuentra un complejo de laboratorios usados por aquellos que puedan permitirse alquilarlos o tengan mecenas, pero en la república no se estila este último caso. En ellos se desarrollan diversos experimentos, la mayoría para jugar a ser dioses y recivir el reconocimiento de los directores, otros muy comunes suelen ser por el simple hecho de enriqueserse a costa de la alquimia...el escenario no es muy agradable, gritos de dolor de las cobayas, en múltiples casos, humanas, llantos de desesperación de científicos frustrados por no alcanzar la perfección y explosiones...

-Realmente decepionante...-Comentó Ralek a mi lado. No me fijé que ya había llegado a su sección.

O lo presentaré, Ralek no es un alquimista sino un guardia, tras él se halla una cancela de hierro que lleva a la prisión de la Corporación, en ella encierran a los genios que cruzaron la línea entre la genialidad y la locura, perdiendo por completo su razón de ser... Ralek es quizás, el único que puede comprender ese dolor.

-Buenos días, Ralek-Saludé cordialmente.
-Señorita Laara- Dijo mientras me hacía una teatral reverencia, acto seguido cogió mi mano y la besó.- Siempre es un honor contar con su distinguida presencia en estos oscuros lares.
-El honor es todo mío al ser usted quien me reciva, señor-contesté más teatralmente sujetándome los filos de la falda e inclinándome cual noble señorita.
-¡Ralek! ¡Deja de tontear con las alquimistas y céntrate!- Gritó el carcamal de su jefe.
-¡Si, señor! ¡Disculpeme, Señor!- contestó inmediatamente y se fué a su puesto. Tras eso nos miramos y nos reimos a nuestros adentros.

Continué hasta llegar a las puertas más ornamentadas de todas, las del laboratorio del maestro Kellasus.

-Allá vamos, Arquímedes- Le dije mientras abría las puertas.

Regresamos al lujo y la comodidad, un pequeño número de niños adinerados hacían sus prácticas bajo la estricta mirada de Kellasus, cuyos ojos no tardaron en posarse en mi.

-Otra vez burlando la seguridad de la corporación...-Comentó sonriente.
-Todavía no tengo para pagarme el pase, mientras ahorro busco alternativas.- Solté con sorna ante la acusadora mirada de los alumnos de Kellasus.
-Algún día me contarás como te las ingenias para entrar.
-Algún día me regalareís el pase.

Kellasus intentó aparentar seriedad, un maestro debe hacerse respetar.

-Ven Laara, hay algo que quería comentarte...

Y ambos pasamos a su laboratorio.

Debiste haber huído cuando pudiste...

...Señorita.

1 comentario:

jmgomez dijo...

La cosa se pone interesante, jeje
Esperando el siguiente ^^